miércoles, 3 de enero de 2024

APOCALIPSIS REPTIL

 APOCALIPSIS REPTIL.

(Colaboración de un Lector)

volcan haciendo erupción en la noche con cielo estrellado oleo impasto

Aquella sin duda sería la última noche que recuerdo en un mundo tal y como le conocemos; por cuestiones migratorias había cruzado la frontera y me encontraba en casa de mis ancianos padres.

Había en el ambiente algo extraño, como un ruido sordo ese mismo que precede el desastre.

Los perros, como siempre fueron los primeros en sentirlo, luego la gente dejó de conversar, los que comían dejaron de masticar para verse unos a otros sin pronunciar palabras.

El estruendo de la explosión del Volcán paralizó los corazones de todos (más de alguno para siempre) luego los gritos de pavor y el bombardeo de piedras incandescentes que como grandes bolas de fuego cayeron sobre los tejados e incendiaron los cafetales en un infierno de confusión y muerte.

Junto con el fuego apareció una raza de seres malignos de apariencia reptiliana, de piel viscosa como salamandras recubierta de finas y relucientes escamas.

¡El volcán!

¡Todo ese tiempo estuvieron allí incubando sus horribles huevos y esperando el momento para tomar, con la ayuda de todos los reptiles del planeta: Lagartos, cocodrilos serpientes, y quelonios lo que siempre fue de ellos asesinando como moscas a los débiles moradores de la tierra!

Tomé a mi familia y corrimos a refugiarnos en la vieja iglesia, donde cientos de Santos predicadores habían predicho la llegada de ese día sin que nadie les tomara por cierta la palabra.

Otros más ignorantes pusieron cubre-bocas cosidos con carne putrefacta en su rostro pensando que con ello iban a librarse de la invasión reptiliana que ya nadie podía detener, ni siquiera el gobierno mundial que sin mucho esfuerzo fue sometido.

Los demás seres humanos formaron pequeñas comunidades de resistencia refugiándose en cuevas y lugares apartados pero poco a poco fueron cazados uno a uno hasta desaparecer de la faz de la tierra.

Mi familia y yo somos los últimos que quedamos, pero ya vienen ya se acercan…

Puedo oír el siseo de sus horribles y pegajosas bocas llenas de pequeños dientes y ojos de mirada vacía…

 

—Miguelan.


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