DIALOGO CON LA MUERTE
impíamente por mis pensamientos y preguntas sin respuesta, mientras me retorcía de un lado a otro en el tálamo, sin encontrar la paz suficiente para conciliar un poco de sueño.
La sentí llegar, aun antes
que se sentara a mi lado y sin pedir permiso pusiera su mano muerta sobre sobre
mi cabeza, enredando mis cabellos con sus luctuosos y fríos dedos olorosos a
mirto y flores de cementerio.
— ¿ha llegado finalmente
mi hora?
No hubo respuesta,
solamente aquel zumbido en mis oídos.
En cierto modo me agradaba
su compañía.
Su silencio triste, y la
soledad de su presencia venían a ser un poco de paz en la tormentosa angustia e
inconformidad que veníase repitiendo cada noche.
Y entonces comencé a
temblar, no por el frio de su presencia sino por un miedo profundo que me nacía
de la tristeza y la soledad que me generaban sus caricias.
¡Me horrorizaba imaginar
mi cuerpo encerrado en un estrecho y ardiente ataúd, al hervor de millares de
gusanos devorando mis carnes y mi lengua pérfida, siempre dispuesta para hablar
mal del prójimo!
Más si he de ser sincero,
ese horror era solo el principio, la primera ola del indescriptible pavor,
desesperación y zozobra que produjo en mí, la posibilidad que todo terminase
con el último respiro.
¿Y si no existe nada
detrás del oscuro telón de la muerte?
Me gusta tanto existir,
ser, pensar, amar, viajar, escribir… si, ¡y aun sufrir las vicisitudes del
destino!
No, no temo a la muerte,
¿Cómo puedo temer a quien encuentro cada día en cada calle, rincón o lugar de
mi vida?
¡Me horroriza la
inexistencia y el olvido!
— ¿podrías por favor
aliviar el infierno que me consume y darme siquiera el consuelo de saber si la
conciencia sobrevive a la disipación de la materia? ¿Es la idea de la vida
después de la vida, un simple placebo para aliviar la amargura del regreso al
silencio y al olvido?
Sus dedos se arrastraron
por mi cráneo como garfios que mellan el granito del orgullo humano y cual frio
tempano de hielo su mano se hundió despacio en mi pecho, hasta que el zumbido
en mis oídos se fue apagando y me desvanecí cayendo en el vacío sepulcral de la
más fría noche de mi vida.
—Miguelan 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario