LOS GATOS Y LAS ABEJAS.
Una mañana de mucho sol, caminaba por la campiña de un país extranjero
cuándo escuché el maullido lastimero de un animal.
Me voltee para ver qué
desdichado ser viviente podría ser capaz de emitir semejante sonido.
Y entonces los vi… ¡Pobres
animalitos! Había toda una camada de ellos ahogándose en una Pileta de agua
cristalina que se encontraba semi oculta por la hierba y los charrales a
orillas de la vereda que yo transitaba.
Uno de ellos había logrado
ponerse a salvo y maullaba desesperado pidiendo ayuda y tratando de subir al
camino.
Los otros… Luchaban
agonizantes por su vida y algunos flotaban ya inertes en el agua.
Quise meter mi mano para
sacarles, pero el agua hedía de tal forma que nada podía hacer.
¡Yo lloraba, me sentía
impotente, no podía hacer nada!
¡No podía quedarme de
brazos cruzados, iban a morir todos!
Cerca de Allí vi una rama
seca casi podrida, quizá en otro tiempo habrá sido el bastón de algún boyero.
- Esto será de gran
utilidad –pensé-
Y tomándola la introduje
en el agua y aseguré el otro extremo a la orilla; Sin embargo, mientras
colocaba la rama accidentalmente toqué con un extremo un nido de abejas, que se
encontraba sobre mi cabeza, y comenzaron a zumbar infernalmente.
- ¡No puede ser, van a
picarme! –me dije-
Corrí con todas mis
fuerzas mientras el enjambre me seguía.
¡No pudieron alcanzarme,
mis pies casi no tocaban el Suelo!
Un buen rato estuvieron
tras de mi antes que pudiera llegar a un lugar seguro.
No supe si alguno de los
gatitos pudo escalar la rama y salir de la Pileta, o quizá las abejas acabaron
de una buena vez con su sufrimiento.
—Miguelan. (El libro de
los sueños)
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