TRES AÑOS Y UN GATO
Era una noche de tormenta y puntual con ella el corte de energía nos había
dejado en tinieblas. Aunque sabíamos que siempre pasaba no dejaba nunca de tener la esperanza con cada aguacero que al menos esa vez no “se fuera la luz”.
Agonizaba en mis
cavilaciones arropado de pies a cabeza, temblando entre sobresaltos por los
impredecibles estallidos que llenaban de claridad la negrura de mis desvaríos.
El sueño me había
abandonado y mi desdicha y lágrimas eran abundantes.
Entonces entró un gato
amarillo, en nada distinto a los muchos que pasaban como Juan por su casa,
excepto que este se detuvo y viéndome con lástima, me habló como si el idioma
fuera para el muy natural.
- ¿Y ahora que te
atormenta hijo de Adán?
Le vi de reojo y de mala
gana respondí:
- ¡Vete minino!
<<¿Qué hace un gato
hablándome a las tres y media de la madrugada?>>
Y dándome la vuelta traté
de ignorarlo; Pero el felino saltó sobre la cama, se subió sobre mi costado y
después de arquearse se enrolló y comenzó a ronronear. Iba a tirarlo con un
malgolpe pero la pereza me había esclavizado, Así que por no moverme decidí que
lo mejor era dejarlo en paz.
Acaso haya sido el
hipnótico ronroneo o las siete noches que tenía ya sin conciliar el sueño; pero
en un santiamén me quedé dormido.
Pasarían siglos o tal vez
solo unos minutos de pesadillas en las cuales me veía platicando con los Díaz
en el recibidor de un gran hotel entre periódicos que traían noticias de los
seres amados que ya murieron.
¡Y entonces una voz
similar a la que anuncia los vuelos en el aeropuerto avisó que el portavoz del
mundo etéreo estaba por llegar!
Se hizo silencio, tan
denso que casi podía tocarse y nos quedamos viendo unos a otros sin que ninguno
se atreviera a decir algo.
¡Y por la ventana que
relampagueaba la tormenta diluviana de la noche más angustiosa de mi vida;
entró el mismo maldito gato amarillo!
Seco, a pesar del aguacero
saltó sobre el mostrador y caminó orgulloso sin mirar a nadie (aunque todos lo
mirábamos a él). Al pasar a mi lado, se detuvo un par de segundos, pero sin
dignarse esta vez a dirigirme la palabra o a mirarme siquiera.
- ¿Eres Dinero? –Pregunté-
Ronroneó y movió las
orejas como tratando de recordar una infancia lejana, y siguió caminando hasta
un gran libro negro en el cual estaba escrito con tinta ocre una lista de
nombres. Pude leer que decía en el encabezado "traslados".
El gato se acurrucó frente
al libro e iba a comenzar a leer
Perdone... Interrumpió
Gersón
El felino lo miró con
disgusto
- ¿Esos son los que ya
cumplieron el tiempo verdad?
<<¡El tiempo
completo!>> pensé
¿Es que ni en los sueños
podré librarme de la angustiosa duda que me lacera las entrañas?
¿Porque tres años?
¿Será por las tres cruces
en el Gólgota?
¿O quizá por los tres años
que caminó el maestro sobre la tierra después que fue bautizado?
¿Acaso sea por los tres
escuadrones que tocando trompeta quebraron los cantaros?
Un relámpago me hizo
volver en el preciso instante en que el animal se disponía a leer; Entonces fui
yo el que decidí esta vez salir de una vez por todas de la duda, A lo mejor en
aquel lugar alguien conociera la sabiduría que encerraban tres años y un día.
Mi corazón palpitaba con
la angustia que trae el hablar frente a muchas personas desconocidas, ¡o peor
aún frente a los conocidos que te lapidan con el sarcasmo y la mofa
inmisericorde!
“¡Es ahora o nunca!” -Me
dije
El gato intuyó que iba a
preguntar algo que a lo mejor no sabría responder, Así que maullando suavemente
me trajo de regreso a la realidad de mi vida.
- Has estado gritando
mientras dormías -me dijo y saltó de la cama
- ¡Yo siempre grito, es
cosa de Reyes! ¿Has estado allí? ¿Has visto el libro?
- ¿Estar dónde? ¿Ver qué?
- ¡El lobby, la reunión, y
todo eso! Grité
- No, no sé nada de eso,
solo pase para recordarte que estas cumpliendo ya tres años y un día…
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